Parte 2: La mala fama de las ciencias de la comunicación
Malena (singular mujer cuya estatura apenas pasa el metro y medio y cuyo peso sobrepasa los 100 kg) me pregunta:
-¿Y tú qué estudias?
-Ciencias de la comunicación, bueno, periodismo (he optado por decir "periodismo" previendo la mala fama de la carrera)
- Ah ya! y ¿cómo está?
- Pues bien, no me quejo, al contrario, me gusta mucho. Termino en diciembre.
- Mira qué bien. Pues yo le digo a mi hija que como ella quiere ser "artista", porque le gusta bailar, cantar y actuar, pus que se meta a estudiar aunque sea Ciencias de la comunicación ¿verdad?
- (Uno, dos, tres... mi cabeza se llena de pensamientos insultantes, mis ojos se abren grandes grandotes y mi ceja salta un poquito. Decido hablar y sale un monosílabo) ¿¡Qué!?
- Sí, que yo le digo que estudie eso porque es lo que más le va si quiere ser artista de televisión.
- Ah ya, pues no, no lo creo (intento dar una explicación del por qué cabe la posibilidad de que esté equivocada, pero no oye razones)
- Es que Ana Laura es bien mala pa’ la escuela y le digo que si quiere entrar al TEC, pues que me tiene que entregar buenas calificaciones, porque no voy a estar gastando el dinero a lo tonto.
- Ah pues sí (no doy crédito, me rindo!)
- Entonces, pues le dije que no la voy a meter al CEA (escuela de Televisa), que si estudia que mejor se meta a Ciencias de la Comunicación… y en la UNAM, para no pagar colegiatura, porque yo le digo a mi’ja que con el dinero que gasto en su colegiatura ya me habría podido comprar la camioneta de mi sueños.
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