En su debido lugar

“Reír para no llorar”, dicen. Es una verdad a medias. Se puede llorar de tanto reír, o reírse hasta llorar. La risa ¿para qué sirve?
Fundamentalmente para colocar las cosas en su debido lugar. La risa ahuyenta al miedo, asusta a la muerte, agiganta la vida, empequeñece al más poderoso enemigo, exalta al pobre, humilla al tirano, reduce a nada lo que parece importante, vuelve importante lo que parece ser nada.
Demócrito se reía del oro y de la plata ¡No!, decía “río por amor al oro y a la plata”. La risa coloca las cosas en su debido lugar. La risa es humana por ser casi antinatural –nada en la naturaleza da carcajadas– y razón sobre la norma, sobre la ley. La risa está fura de la ley, es una flecha que traspasa la lógica.
Reír de lo que parece ser motivo de pavor, de llanto, reír de la cercanía de la muerte, de la enfermedad fatal. Reír del SIDA es encontrarlo de una vez, es afirmar su transitoriedad frente a la experiencia humana, es colocar las cosas en su debido lugar.
“El que ríe no ama ni odia”, dice un personaje de El nombre de la Rosa. Quien se ríe duda, dudando coloca todo en su debido lugar, hasta a sí mismo. Tan grande y tan pequeño el hombre que ríe, tan maldita y tan bendita la risa.


Caco Xavier

Obrigada Caco...gostei das suas ideias.