En la casa de las maravillas

Ya había escuchado comentarios sobre la casa de Mireya Cueto, creo que imaginé de más, pero lo que vi no me desepcionó.
Llegar a la casa fue todo un lio. Un pesero en insurgentes pal periférico, de ahí otro para San Jerónimo y otro para casa de Miyuca. Tiempo total: una hora de camino que pareciron cinco por aquello del inmenso calor.
A la entrada, parece una casa ordinaria, que sale de lo común de esas lujosas recidencias del barrio. Para llegar a su casa, una vez pasando el portón, se cruza un jardín enorme. Se tiene que pasar por un caminito rojo rodeado de árboles de tejocote y zarzamoras. Al final, una casita de madera con montononones de plantas.
Debo hacer, como parte de mi servicio social, el currículum, semblanza y recopilación de demás datos, sobre ella. Es una buena oportunidad para empapárme más de este tema tan interesante, aunque no puedo negar que en verdad me quita mucho tiempo escolar. Pero bueno, a disfrutarlo, total, después las desveladas hasta se me olvidan.
Lo que más me gustó, además de las anéctdotas de Mireya, fue su "Troque" un cuarto exclusivo para leer, todo de madera, apartado de la casa y en medio de mucho follaje. No vi ni una televisión, eso es porque ella la odia con ganas.
Pude conocer un poco de su vida familiar... hasta presencié un pleito madrehijo con Pablo Cueto, también titiritero.
Lo único malo es la hora a la que voy llegando. Hay mucha tarea para mañana y no he hecho nada. Bueno, até logo.