con foie gras y sin oca

Entre que me hallo y no me hallan, pues aquí les va esto

lunes, agosto 08, 2005

Historias de animales. Parte 1: Cretina la destripadora

Cómo era de inteligente, lindo y aplicado mi hermanito Adriel que en su primer año de primaria su maestra le regaló un pollito azul.

A la edad de seis años, y sin haber tenido animalitos anteriormente, un pollito era una emoción indescriptible para el niño Carlitos Adriel, su hermana de cuatro años y el engendrito más pequeño con apenas dos.

"Pollito" -porque ese era su nombre- era la distracción y alegría de la casa, era el pretexto para llegar contentos a casa, para hacer la tarea, comer bien, so pretexto de que se nos permitiera jugar toda la tarde con el animalillo.

El pollito tenía su propia casita, con tapetes de periódico, su traste para comer del mismo color que su teñido plumaje, unas ventanas para que los niños lo pudieran ver desde afuera, una camita tipo nido hecha con trapos y telas viejas para que durmiera caliente, y recuerdo que hasta un letrero que según Adriel decía "Pollito".

Los juegos con Pollito eran varios, a veces lo hacíamos saltar palitos o un aro, lo correteábamos, lo subíamos en la parte trasera del triciclo "apache" para pasearlo, le lanzábamos una pelota para ver qué tan rápido la esquivaba... dábamosle bolitas de masa (que pedíamos exclusivamente en la tortillería para él), plantas, semillas, hojas y demás.

Un día, mi mamá me dejó sola en la casa, había ido con Adriel a su clase de piano. Era la oportunidad que tenía para jugar yo solita con el pollo. Entonces, saqué el triciclo y lo subí para darle un paseo por el pequeño patio de mi casa. Todo iba bien, incluso para aumentar la diversión aceleré un poco más y más y más, hasta que Pollito se bajó de un salto, pasó por en frente de mí y la llanta delantera del vehículo lo aplastó...

Las tripas se le salieron por la boca. Al ver esto, solté en llanto y aterrorizada por el pollicidio me fui a llorar a mi cama hasta que me quedé profundamente dormida.

Todo había parecido una pesadilla, hasta que escuché un grito acompañado de llanto reclamando la muerte de un pollo. Mi hermano no me habló, creo que hasta me llegó a dejar de querer por unos días. El pollo acabó enterrado por ahí en el jardín de la casa.








Contenta Bere???? Casi lloro de nuevo.

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